Muchos jardineros han oído que todas las plantas necesitan fósforo.
Este elemento, junto con el nitrógeno y el potasio, asegura excelentes cosechas. Por eso, algunos veraneantes utilizan espinas de pescado como fertilizante.
Se entierran en los lechos o se arrojan en hoyos para plantar. Se cree que de esta manera se puede alimentar a las plantas con fósforo de alta calidad y obtener una rica cosecha.
Las espinas de pescado contienen fósforo y aportan ciertos beneficios al jardín.
Pero el problema es que se descomponen durante bastante tiempo, es decir, en teoría, las plantas que se plantarán mucho más tarde recibirán los nutrientes.
Alternativamente, las espinas de pescado se pueden enterrar debajo de un árbol o arbusto. Y para, por ejemplo, los tomates, que crecen en el suelo durante unos 5 meses, es mejor utilizar otro fertilizante.
La harina de huesos también es una fuente de fósforo, pero las plantas la absorben mucho más rápido.