En la antigüedad, la gente era selectiva sobre qué árbol plantar en su jardín y qué planta evitar.
Los antepasados creían que cada plántula tiene su propio propósito. Por ejemplo, algunos árboles podían usarse para construir o decorar una casa, mientras que otros debían evitarse y en ningún caso plantarse cerca de la ventana de la cabaña.
El árbol mismo evoca asociaciones de algo triste y aburrido. Existía el mito de que el sauce es un "árbol vampiro". Según la leyenda, en sus ramas habitan las almas de los ahogados, que toman la energía de los vivos y los llevan a la depresión. Incluso los psicólogos señalan que el sauce es una imagen de abatimiento y desesperación.
Los antepasados creían que las hojas de álamo se balancean con el menor soplo de viento por una razón. La gente creía que estos espíritus se comunicaban entre sí. Aspen también fue considerado un árbol que extrae la energía humana.
Los eslavos creían que el álamo acumula energía negativa y luego la dirige hacia las personas. Se consideraba especialmente peligroso quedarse dormido bajo este árbol: supuestamente una persona se condenaba a enfermarse.
La corteza de la planta es venenosa. Probablemente debido a esto, en la antigüedad la gente concluyó que la cereza de pájaro es una fuente de maldad, por lo que no tiene lugar en el sitio.
A algunas personas, las flores de serbal pueden provocar mareos, dolores de cabeza y náuseas. No es de extrañar que el árbol haya sido marcado con todo tipo de supersticiones y creencias.