¡Hay tantas cosas que puedes cocinar con calabaza! Hay papillas, zumos, tartas y, por supuesto, caviar...
Pero el libro de recetas seguirá acumulando polvo en los estantes si fracasa la cosecha de calabazas.
Para evitar que esto suceda, debes cuidar de antemano el lecho en el que planeas cultivar este cultivo. Entonces tendrás garantizada una cosecha lujosa incluso con un cuidado mínimo.
La preparación del lugar para la calabaza debe comenzar en el otoño.
Se debe desenterrar el área seleccionada y agregar humus o estiércol. En primavera, los jardineros utilizan como fertilizante fertilizantes de fósforo y potasio, cenizas y materia orgánica.
Eso es básicamente todo. Plantar calabazas es el mismo proceso simple: las semillas deben colocarse en agujeros, cubrirse con tierra, colocarse una fina capa de mantillo encima y regarse.
Al principio tendrás que regarla cada dos días, y cuando aparezcan las dos primeras hojas verdaderas, podrás utilizar abono verde.
No te olvides de otro procedimiento importante: cuando notes que la planta ha comenzado a girar, debes pellizcar los brotes laterales y el tallo principal.