Los jardineros experimentados hablaron sobre un matiz que debe tenerse en cuenta al trasplantar tomates a un lugar permanente.
El tamaño y jugosidad del fruto depende de los fertilizantes aplicados a lo largo de la temporada. Pero no debemos olvidarnos de la adecuada preparación del suelo.
Algunos residentes de verano ignoran esta regla y luego se preguntan por qué la cosecha no es agradable. Un matiz importante se refiere a los fertilizantes que se deben arrojar al hoyo de plantación.
Para que los tomates queden jugosos y carnosos, necesitarás abono o estiércol. A los tomates les encanta la tierra que esté completamente fertilizada con materia orgánica y bien drenada.
Por lo tanto, al preparar un lecho para tomates, es necesario agregar una gran cantidad de abono y estiércol. Este último debería estar bien podrido. El estiércol fresco puede dañar las plantaciones e incluso quemar sus raíces.
La materia orgánica en el hoyo de plantación no solo proporcionará nutrición a las plantas, sino que también aflojará el suelo, el agua no se estancará en las raíces, lo que reducirá las posibilidades de que aparezcan enfermedades fúngicas.