Durante la temporada, el residente de verano tiene que resistir las fuerzas de la naturaleza, las plagas, así como las bacterias y otros microorganismos patógenos.
Todas estas adversidades y fuerzas mayores intentan por todos los medios destruir la cosecha. Y lo peor es cuando las enfermedades toman por sorpresa al veraneante.
Sucede que, después de su ausencia, un jardinero descubre los primeros síntomas de una infección por hongos y sólo queda un paquete del producto que podría detener la infección.
En este caso, los jardineros experimentados utilizan sal común.
De todas las enfermedades fúngicas, constantemente se escucha el tizón tardío. Vale la pena estar alerta en tiempo húmedo. Las primeras que lo padecen son las solanáceas, no solo los tomates, sino también los pimientos, las berenjenas e incluso las patatas.
Para prevenir la propagación de la enfermedad, las plantaciones se rocían con una solución salina. La composición se prepara a partir de 1 kg de sal por 10 litros de agua.
La misma composición se puede utilizar para combatir otras enfermedades fúngicas.
Por cierto, la sal protege las cebollas del mildiú velloso.
Para preparar la solución se necesitan 200 g por 10 litros de agua. En él se colocan racimos de cebolla durante varias horas, lo que fortalece el sistema inmunológico y mejora la germinación de los racimos.