A veces, los arbustos de cebolla comienzan a ponerse amarillos y a marchitarse. Puede haber muchas razones para este fenómeno.
Cuando ya ha comenzado y el arbusto comienza a yacer en el suelo y a secarse, este es un proceso de maduración normal.
Pero si esto sucedió al principio o durante el crecimiento intensivo de la planta, es una mala señal que indica una enfermedad de la planta o una infestación de insectos dañinos.
Riego falta o insuficiente. En el calor, con riego insuficiente, la planta comienza a sufrir falta de humedad, que pierde intensamente en ese clima. Siga un determinado régimen de riego.
Al comienzo de la temporada de siembra de cebolla de verano, riégala dos veces cada 7 días, a mediados del verano una vez cada 7 días. Por 1 metro cuadrado es necesario gastar de 6 a 8 litros de agua. En climas cálidos, es necesario aumentar varias veces el riego de las plantas.
Si las cebollas jóvenes no reciben suficiente fertilizante nitrogenado, es posible que las puntas de las hojas se vuelvan amarillentas, engrosadas y cortas.
Alimente el área de la cebolla con fertilizante nitrogenado. O un remedio natural: infusión de estiércol animal y urea.
Las plagas pueden provocar hojas de cebolla amarillentas.
Coloniza las hojas desde el interior en forma de pequeños gusanos blancos. Son las plagas más peligrosas de las cebollas. Para evitar la colonización de gusanos en el suelo, es necesario tratarlo y las plántulas con insecticidas antes de plantar.
Se diferencian de los nematodos en color. En apariencia, la polilla tiene un color amarillento con verrugas marrones. Para prevenir esta plaga, el lecho debe tratarse con un insecticida antes de plantar.
Esta mosca está activa en abril y mayo. Cuando solo las puntas son amarillas y el fondo está roído y podrido en el suelo, esto es una señal de daño a la cebolla por parte de la mosca de la cebolla, que ha puesto huevos.
Intente polinizar las hileras de cebollas con polvo de tabaco mezclado con ceniza de girasol en una proporción de 1:1. Los especímenes dañados deben retirarse inmediatamente del lecho del jardín y quemarse.