El método de remojo de semillas, que se comentará a continuación, fue utilizado por nuestras abuelas, pero hoy, lamentablemente, ha sido inmerecidamente olvidado.
Estamos hablando de utilizar cáscaras de cebolla.
Los jardineros que han probado este método afirman que las cáscaras de cebolla no funcionan peor que las preparaciones compradas en la tienda.
El secreto es que la cáscara contiene una gran cantidad de vitaminas y microelementos, además de flavonoides: ruina y querticina.
Todas estas sustancias tienen un efecto positivo sobre las semillas y las propias plantas, fortaleciendo su inmunidad y mejorando sus capacidades de adaptación.
Además, la cáscara que queda después de limpiar los bulbos puede destruir las bacterias y hongos que puedan haberse asentado en la semilla.
Entonces, para remojar las semillas, simplemente muele la cáscara y vierte una pequeña cantidad en un algodón donde se remojan los granos.
De esta forma, la semilla no debe permanecer más de 24 horas.