Casi todos los veraneantes cultivan ajo de invierno en sus parcelas.
Es muy apreciado por su sabor picante y amargo y se consume con gran placer.
El ajo se añade a los adobos y otros platos, y además es muy beneficioso para la salud.
El ajo se suele plantar antes del invierno en otoño, antes de la primera helada. Y para conseguir una buena cosecha de ajo, es muy importante cuidarlo adecuadamente en primavera. Pero los jardineros inexpertos cometen muchos errores que pueden perjudicar su crecimiento.
Si los cultivos de ajo no se riegan lo suficiente, es posible que no se espere una buena cosecha.
La planta puede soportar esta escasez, pero las cogollos se volverán pequeños y no quedarán jugosos.
Con un riego suficiente y regular en primavera, crecerá fragante, jugosa y de gran tamaño.
A temperaturas constantes por encima de cero, las plántulas de ajo comienzan a desarrollar activamente una masa verde. Por eso, es importante alimentarla con fertilizantes para que forme cogollos grandes y jugosos.
Aplique la primera fertilización 7 días después de que se derrita la capa de nieve. La segunda dos semanas después de la primera. Un fertilizante complejo que contenga nitrógeno funciona bien. En primavera, alimente el ajo cada 3 semanas.
En primavera, es necesario tratar oportunamente el ajo contra insectos y microorganismos dañinos.
Esto se puede hacer usando sal de roca. Disuelva 300 gramos de sal en 10 litros de agua, déjela reposar y riegue los cultivos de ajo desde la raíz y rocíe las hojas verdes de la planta.
En primavera, después de que la nieve se derrite, los cultivos de ajo brotan del suelo muy temprano. Por lo tanto, es importante aflojar la tierra alrededor de la plántula y entre las hileras para proporcionarle oxígeno.