Se sabe que un limón de interior crecerá como un arbusto exuberante, pero no dará ni un solo fruto, ni siquiera el más lamentable, hasta que se injerte correctamente.
Sucede que incluso un limón injertado se niega a dar fruto. En este caso, puede haber al menos 5 razones contribuyentes.
Es posible que la vacunación se haya realizado de forma incorrecta o con el material equivocado. Lo mejor es utilizar las variedades Meyer o Dioscursia para el injerto. Pero cuando todo se haga con la última tecnología, pueden quedar cinco opciones más.
En verano, la habitación donde crece el limón debe mantenerse entre 18 y 22 grados centígrados. En invierno se sentirá cómodo entre 12 y 15 grados centígrados.
Pero la humedad del aire en la habitación debe ser alta. Por lo tanto, la planta se rocía con agua sedimentada a temperatura ambiente al menos 1 o 2 veces por semana. En invierno, tendrás que humedecer el aire con más frecuencia o tapar los aparatos de calefacción con un paño húmedo.
Si un limón no tiene suficiente agua, comenzará a mudar primero sus hojas, y luego llegará a sus flores. Por lo tanto, es necesario regar el limón si la maceta con la planta se ha vuelto más clara, el suelo se ha vuelto seco y gris y las hojas se curvan en botes o se caen.
Si hay abundante floración, es mejor arrancar algunos de los cogollos, de lo contrario la planta no tendrá la fuerza suficiente para dar fruto. El cálculo es sencillo: 1 flor por 10-15 hojas llenas.
Lo último que puede arruinar tu cosecha de limón es la falta de nutrientes, la falta de luz solar y un suelo poco saludable.
Por lo tanto, debe seleccionar cuidadosamente un lugar para el crecimiento del limón, proporcionar drenaje en la maceta, fertilizar regularmente el suelo y controlar su acidez (no superior a pH7).