A veces los jardineros no saben qué hacer con los bloques podridos caídos: deshacerse de ellos o utilizarlos en el jardín.
Algunos veraneantes envían carroña al abono. La composición química de las manzanas realmente enriquece el compost, haciéndolo aún más útil. Sin embargo, hay matices que no está de más conocer.
Hay diferentes tipos de carroña. Algunas manzanas cayeron por la abundancia o el viento, otras pueden acabar en el suelo, infectadas por hongos o bacterias.
Estas frutas se diferencian de las manzanas sanas tanto en tamaño como en apariencia. Es posible que comiencen a pudrirse mientras aún están en la rama.
Son estas frutas las que nunca deben terminar en abono, de lo contrario se convertirán en una fuente de infección y harán que el abono no sea apto para su uso.
Los hongos y los microbios son muy tenaces, para ellos el medio nutritivo del compost es una bendición. El fertilizante contaminado con hongos termina en los parterres del jardín, lo que permite que las enfermedades y plagas se propaguen de forma segura por todo el jardín.
Para evitar tal situación, antes de colocar la carroña hay que inspeccionarla para que los frutos enfermos y podridos no acaben en el abono.