La cosecha de patatas está determinada por las cualidades varietales y el estado del suelo, por eso es tan importante seguir las reglas de la tecnología agrícola.
Intentemos descubrir dónde es mejor no plantar patatas y cómo preparar adecuadamente el suelo para la nueva temporada, para que haya algo que cosechar en el otoño.
No plante patatas en antiguos lechos de solanáceas, es decir, donde crecieron patatas, tomates, pimientos o berenjenas el año pasado.
La opción ideal es un lugar para pepinos, rábanos o rábanos, repollo, otras verduras crucíferas o legumbres.
El segundo pan prefiere suelos fértiles francos cultivados o franco arenosos. Para compensar la falta de nutrientes se aplican fertilizantes minerales nitrogenados y potásicos o materia orgánica (humus o compost a razón de 5 kg por 1 metro cuadrado, o 300 gramos de ceniza para la misma superficie). El abono verde también tiene un buen efecto sobre la composición del suelo. Se excluye el estiércol fresco de antemano. Se puede agregar abono (humus) y ceniza al hoyo al plantar.
Este punto es tan importante como el fertilizante. En suelo sin calefacción, la germinación de la papa se ralentiza y, si la temperatura desciende a 3 grados bajo cero, los tubérculos y las plántulas (si aparecen) mueren.
Se considera que una señal segura de que es hora de plantar patatas es la cereza de pájaro en flor: este es uno de los signos populares.
No olvide que 20 días antes de plantar es necesario separar las semillas y dejarlas en una habitación luminosa a una temperatura de 15 a 18 grados centígrados para que germinen. Un par de días antes de plantar, los tubérculos se mantienen durante 5 a 8 minutos en una solución débil de sulfato de cobre, permanganato de potasio y ácido bórico.
Es importante no romper los primeros brotes que aparecen, que se consideran los más productivos.