Las fresas son un cultivo caprichoso y quisquilloso, cuyo cuidado requiere mucho tiempo y esfuerzo.
El sabor de las bayas depende en gran medida de las condiciones de cultivo.
Las fresas reaccionarán bruscamente al riego inadecuado. El exceso de humedad hará que las bayas se echen a perder y se vuelvan acuosas y agrias.
La falta de agua hará que las bayas se muelen, pierdan dulzura y jugosidad.
Las raíces de fresa no pueden obtener humedad de las capas profundas del suelo, a pesar de que las hojas grandes de la planta evaporan activamente la humedad.
Para el desarrollo normal de las plantas, es necesario humedecer constantemente la tierra de las camas y es importante saber cómo hacerlo correctamente.
Los arbustos se riegan temprano en la mañana o en la noche para que la humedad no se evapore rápidamente. Regar durante el día no producirá el resultado deseado.
Por la mañana, riega las fresas una hora antes de que empiece a calentar el sol. Es necesario regar la planta para que el agua no entre en contacto con las hojas, de lo contrario pueden producirse "quemaduras".
Si el clima es lluvioso, es recomendable cubrir los arbustos con agrofilm, que protegerá las fresas del encharcamiento y las infecciones por hongos.