Los arbustos de tomate necesitan una buena alimentación para que los frutos sean grandes, dulces y sabrosos.
Los tomates cultivados en condiciones de invernadero requieren más atención y alimentación que los cultivados en campo abierto.
Reglas principales:
Signos de falta de alimentación:
Si la planta no tiene suficiente nitrógeno, el crecimiento de las hojas y del tallo de la cabeza se ralentiza y aparece un color amarillento.
La falta de fertilizante potásico afecta las hojas de las plantas, aparecen manchas de color marrón amarillento y las hojas se curvan en los extremos.
Las verduras adquieren un tinte marrón.
El fertilizante con fósforo es necesario para el crecimiento de las plantas.
Con su deficiencia, este proceso se detiene y los tomates adquieren un color verde azulado y grisáceo.
Si aparece alguno de estos signos, es necesario alimentar urgentemente a las plantas.
Suplementos minerales:
Abonos orgánicos:
Infusión de excrementos de pájaro: 100 gr. por 1 metro cuadrado metro.
Durante el período de floración se pueden añadir estimulantes del crecimiento. En condiciones de invernadero, los tomates necesitan fertilizantes minerales.
Después de agregar fertilizante, los arbustos se riegan abundantemente.
Una vez al mes es necesario fertilizar los tomates foliarmente: sulfato de manganeso 4 g, ácido bórico 3 g, sulfato de cobre 2 g. y sulfato de zinc 2 g. También son adecuados los fertilizantes orgánicos. Puede ser una solución de humus podrido y agua en una proporción de 1:4 o excrementos de pájaros en una proporción de 1:10. Si se siguen estas reglas, la cosecha será abundante y los frutos dulces y sabrosos.