Todo directivo tiene que entablar conversaciones difíciles con sus empleados de vez en cuando.
Por ejemplo, es necesario reprenderlo o incluso despedirlo.
Si lleva a cabo una conversación de este tipo de forma espontánea, sin preparación, existe un alto riesgo de que se produzca un estrés significativo tanto para el gerente como para el subordinado y, al mismo tiempo, no se logren los resultados deseados.
Pero con el enfoque correcto, se puede lograr una solución eficaz al problema y mantener una relación de trabajo. A continuación se ofrecen algunos consejos que le ayudarán con esto.
Primero, comprenda bien qué es exactamente lo que desea obtener de la conversación. Digamos que necesita informar a un empleado sobre su desempeño insatisfactorio.
Pero, ¿qué es exactamente lo que quieres de esta conversación? ¿Quiere que un empleado mejore su desempeño, presente una carta de renuncia o simplemente quiere expresar su descontento?
En base a esto, escriba de antemano exactamente qué puntos necesita plantear durante la conversación, piense de antemano lo que su interlocutor podría decir en respuesta.
Si es usted quien establece la fecha y la hora para la conversación, intente elegir una hora para tener suficiente tiempo para esta conversación.
Elija también la ubicación correcta. Por ejemplo, si necesita regañar a un empleado, es mejor hacerlo en privado en su oficina, en lugar de hacerlo repentinamente frente a otras personas.
Recuerda siempre que es sólo un trabajo. Y muchas cosas simplemente no deberían tomarse demasiado en serio.
Y más aún, durante una conversación, no seas personal ni insultes. Ya has definido tu objetivo, así que intenta ir hacia él.
Es muy posible que su interlocutor tuviera buenas razones para hacer lo que hizo, es posible que lo único que quisiera fuera beneficiar a la empresa, pero lo hiciera de manera un poco diferente a lo que se le exigía.
Por lo tanto, para comprender bien a su interlocutor, escúchelo atentamente y hágale preguntas importantes.
En el trabajo normal, rara vez surgen situaciones desesperadas. Por lo tanto, piense de antemano qué salidas existen a la situación que ha surgido.
Además, después de escuchar atentamente a tu interlocutor, pregúntale qué ideas de solución tiene. Y sólo entonces desarrollaremos conjuntamente una solución común.
No importa cuán cuidadosamente te prepares para una conversación, siempre algo puede salir mal. Por ejemplo, un empleado puede romper a llorar durante una conversación, caer en un estupor e incluso comenzar a mostrar agresión.
Estas cosas suceden, por eso es importante planificar para lo inesperado. Esté dispuesto a hacer una pausa y reprogramar una conversación difícil para que ambos tengan tiempo de calmarse y ordenar sus pensamientos.
Antes de finalizar una conversación, siempre es una buena idea confirmar que el empleado ha comprendido la conversación. Pídele que te diga a qué conclusiones llegó y luego podrás compararlas con tus expectativas.
Si ve que está hablando en diferentes idiomas, intente usar palabras diferentes o, si es posible, reprograme la conversación para que su interlocutor también pueda digerir la conversación y solo entonces repita la conversación.
Si el empleado entendió todo correctamente, acuerde los siguientes pasos, qué exactamente y cuándo debe hacer. También es posible que después de un tiempo necesites una nueva conversación y luego acuerdes inmediatamente la fecha y la fecha.
En cualquier trabajo, las conversaciones difíciles son inevitables y siempre habrá situaciones en las que el empleado realmente hizo algo mal o el gerente lo entendió mal. Si se prepara con anticipación para la conversación, escucha atentamente a su interlocutor y desarrolla decisiones conjuntas, podrá lograr sus objetivos.
Anteriormente conté cómo un jefe tóxico arruina a un empleado.