“Deje que otros lo hagan”: en los equipos, las personas a menudo se esconden detrás de sus colegas. ¿Por qué es así y cómo la dirección puede motivar fácilmente a sus empleados?
Se trabaja día y noche. El otro hace sólo lo mínimo indispensable. El resto se sienta y deja que sus compañeros hagan el trabajo.
El trabajo en equipo muchas veces sólo trae decepción. No sólo para los empleados, sino también para el jefe: él tiene que lidiar con los argumentos de sus empleados y podría completar el proyecto más rápido por sí solo.
Los expertos en liderazgo y gestión de equipos reconocen que no es raro que los individuos de un equipo se escondan detrás de otros, pero es bastante normal. Incluso hay un término para ello: holgazanería social.
Los holgazanes sociales son reticentes a participar activamente y tienden a observar desde un margen en lugar de participar activamente.
En los grupos, muchas personas piensan que sus aportaciones no cuentan o no se pueden contar. Este comportamiento no suele ser malicioso, sino que se produce de forma inconsciente.
A finales del siglo XIX se llevó a cabo un experimento científico que demostró la pereza social.
Max Ringelmann, un ingeniero agrónomo francés, permitió a los sujetos tirar de una cuerda solos y en grupo y midió sus esfuerzos. El resultado, también conocido como efecto Ringelmann, fue sorprendente: mientras todos tiraban muy fuerte solos, en un grupo la fuerza de los individuos disminuía.
Bush observó un comportamiento similar en los estudiantes: cuando dirigía el trabajo en grupo, notó que algunos estudiantes trabajaban duro mientras que otros eran perezosos.
Algunos necesitaban una calificación, otros sólo necesitaban completar el curso. Los estudiantes que sólo tenían que aprobar intentaron esconderse detrás de las espaldas de los demás.
Los holgazanes sociales pueden posponer proyectos durante semanas y causar problemas. Buenas noticias: la holgazanería social es fácil de prevenir.
Los experimentos han demostrado que las personas hacen lo mejor que pueden para medir su propia contribución en todas las formas posibles. Esto no significa que los empresarios deban asignar a cada miembro del equipo una tarea clara; esto probablemente frustrará a los empleados y le costará mucho tiempo al jefe.
Todo es mucho más sencillo: reduce el equipo. El equipo debe estar formado por tres, máximo cinco personas. Nadie puede esconderse allí. Todos pueden hacer una contribución visible.
En grupos pequeños, cada empleado se siente importante y trabaja más motivado.
Los grupos pequeños también tienden a ser más eficientes: las reuniones no dan lugar a horas de discusión porque cada uno de los muchos participantes quiere expresar sus opiniones.
De esta forma, el emprendedor podrá conseguir mejores y más rápidos resultados, y será más fácil organizar reuniones para las que todos tengan tiempo.
Sin embargo, si la dirección nota que los empleados están holgazaneando no de forma inconsciente, sino deliberada, es decir, negándose a trabajar, debería hablar con ellos. Lo más probable es que estos empleados pertenezcan al grupo de los holgazanes.
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