¿Qué impide que un directivo ejerza la autoridad entre sus subordinados?

19.06.2024 09:15
Actualizado: 28.09.2024 01:32

¿Por qué un líder es respetado por sus subordinados, a pesar de su carácter duro y no muy cómodo, mientras que otro, que tiene casi los mismos rasgos, es llamado tirano y déspota a sus espaldas?

¿Es apropiado que un directivo, en ocasiones, se arremangue y se ponga en el lugar de un empleado común y corriente, o debería, en todas las circunstancias, mantener una distancia adecuada con los empleados de nivel inferior?

Los gerentes novatos se hacen muchas preguntas similares relacionadas con el problema de ganar autoridad entre sus subordinados.

Los psicólogos que estudian cuestiones relacionadas con la naturaleza del liderazgo han notado varias tendencias dañinas que pueden socavar gravemente la autoridad de la persona designada para liderar el equipo.

Uno de ellos es el deseo de parecer el que tiene más conocimientos, el único que puede hacer frente a tareas urgentes de producción, es decir, una demostración constante de la propia omnipotencia, que normalmente no tiene ninguna razón convincente.

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Foto: © Belnovosti

Los subordinados tienen un respeto mucho mayor por un líder que confía con seguridad a sus empleados tareas complejas, enfatizando la confianza en su competencia y habilidad.

Los subordinados suelen dar por sentada la rigidez mostrada por un líder, pero sólo si no roza la crueldad.

La capacidad de mostrar empatía hacia el director es necesaria, pero debe diferenciarse del deseo de ser conveniente para todos: las ideas populistas tarde o temprano conducen a una pérdida de autoridad.

El arribismo inherente a algunos líderes también socava su autoridad. La falta de convicciones propias daña aún más la imagen: rechazar la propia opinión bajo la presión de las circunstancias es percibido por los subordinados como cobardía o incompetencia, pero en cualquier caso, tales características no añaden puntos adicionales a la reputación de uno.

Además, el líder debe recordar que el sentido del humor no perjudica ni siquiera a los estadistas del más alto rango, pero su ausencia no contribuye en modo alguno a ganar autoridad entre los subordinados.

Como regla general, las personas sin sentido del humor no están en absoluto dispuestas a admitir sus propios errores y errores de cálculo, y la demostración constante de su propia infalibilidad, tarde o temprano, sugiere la estupidez de alguien que sinceramente se considera incapaz de cometer el más mínimo error.

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Autor: Vitaly Kisterny Editor en jefe