Imagínate un dormitorio donde incluso en un espacio modesto hay espacio para todo: una cama, una mesita de noche y... un armario completo.
¿Parece ciencia ficción? De hecho, es una cuestión de diseño competente, no de metros cuadrados.
En lugar de voluminosas particiones, los diseñadores sugieren convertir el frente de un armario empotrado en una elegante pared divisoria. Si ocupa toda la altura de la habitación, puede ahorrar entre 10 y 15 cm, y el fresado con figuras o el diseño de puertas no estándar agregarán individualidad al interior.
Esta técnica no sólo zonifica el espacio, sino que también se convierte en un elemento de acento, desviando la atención del modesto tamaño de la habitación.
Los sistemas correderos o puertas compartimentadas a juego con el color de la pared “disuelven” visualmente el vestidor, manteniendo la sensación de amplitud.
Otro truco son las superficies de espejo en las fachadas: reflejan la luz y “separan” las paredes.
Lo principal es no sobrecargar la decoración: cuanto más simples sean las líneas, más espaciosa parecerá la estancia.
Incluso en un vestidor en miniatura, es importante pensar en un sistema de almacenamiento.
Cajones debajo de la cama, estantes de esquina, ganchos en las paredes laterales del armario: estos elementos aumentan imperceptiblemente el espacio utilizable.
Para evitar que el espacio parezca desordenado, vale la pena utilizar tonos neutros para la decoración principal y agregar un acento brillante en el área de dormir, por ejemplo, a través de textiles o un cuadro.
Un vestidor en un dormitorio pequeño deja de ser un lujo si abordamos su distribución de forma creativa.
A veces basta con reconsiderar las soluciones habituales para conseguir un interior funcional, donde cada detalle trabaje para el confort.