A veces, la razón por la que una persona come en exceso no se debe a su falta de fuerza de voluntad, sino al tamaño y color incorrectos de su plato.
Intente tomar un plato grande y uno más pequeño y ponerles la misma cantidad de comida.
Una porción de un plato grande probablemente te parecerá más pequeña.
Esto se debe a las peculiaridades de nuestra percepción: cuando la comida se sirve en platos grandes, inconscientemente nos esforzamos por llenar el espacio libre, lo que conduce a un aumento en la cantidad de comida consumida.
Según un estudio de la Universidad de Cornell, los adultos y niños que comían en platos más grandes consumían un 44% más de calorías.
El color de los platos también influye en la cantidad de comida que ponemos en nuestro plato.
Los participantes del estudio que comieron en platos blancos se sirvieron un 22% más de pasta que aquellos que usaron platos rojos.
¿Cómo explicar esto? Resulta que la respuesta es contraria: cuanto más se nota, menos comemos.