El requesón, producto rico en proteínas y calcio, está considerado uno de los más saludables en la dieta diaria.
Sin embargo, existen situaciones en las que su uso puede resultar perjudicial para la salud.
Conocer estos casos te ayudará a evitar consecuencias desagradables y a incluir correctamente el requesón en tu dieta.
Para algunas enfermedades renales, los médicos recomiendan limitar la ingesta de proteínas y calcio.
El requesón, al ser una rica fuente de estas sustancias, puede aumentar la carga sobre los riñones y agravar la condición del paciente.
Las personas con insuficiencia renal crónica deben consultar a su médico sobre la cantidad y frecuencia del consumo de cuajada.
El requesón contiene purinas, que se convierten en ácido úrico en el cuerpo.
Con gota y tendencia a formar cálculos renales, un mayor consumo de requesón puede provocar una exacerbación de la enfermedad.
En tales casos, se recomienda limitar o eliminar por completo el requesón de la dieta.
Aunque el requesón suele recomendarse como producto dietético, su alto contenido calórico puede ser un problema para las personas obesas o que intentan perder peso.
Esto es especialmente cierto para las variedades grasas de requesón. En tales casos, conviene elegir opciones bajas en grasas y controlar las porciones.
Las personas con gastritis, úlceras gástricas y duodenales, así como con alta acidez del jugo gástrico, deben consumir requesón con precaución.
El ambiente ácido del requesón puede aumentar los síntomas y causar malestar.
Durante una exacerbación, es mejor evitar el requesón o utilizarlo en platos que reduzcan la acidez.
Incluso si no existen contraindicaciones para el uso de requesón, es importante recordar los términos y condiciones de almacenamiento. El requesón en mal estado puede convertirse en una fuente de intoxicación alimentaria.
Compruebe siempre la fecha de fabricación, almacene correctamente el producto y preste atención a su aspecto, olor y sabor antes de su uso.