Por desgracia, a menudo, al comprar productos, no estudiamos adecuadamente la información sobre ellos, que generalmente se presenta en las etiquetas.
Como resultado, obtenemos un "cerdo en un empujón". Es como una lotería: puedes tener suerte y disfrutar del sabor de una compra de calidad.
Pero puede que no tengas suerte: es bueno que los productos de baja calidad y, peor aún, caducados no tengan consecuencias para la salud.
Y esto sin mencionar el hecho de que, según las estadísticas, después de comprar, muchas personas aumentan de peso rápidamente y algunas se vuelven obesas.
Y aquí le recomendamos encarecidamente que no se deje engañar por algunos de los trucos de los fabricantes astutos.
El caso es que algunas etiquetan todos sus productos con la característica “producto saludable”.
Incluso aquellos que son un análogo barato y dañino del producto "original".
Por ejemplo, si desea comprar queso y no un producto de queso rico en grasas vegetales, debe prestar atención al nombre de este producto.
La etiqueta debe indicar clara y claramente que se trata de “queso” y no, por ejemplo, “lácteo” o “producto de queso”.
Y aquí hay otro punto: cuanto más cerca esté el ingrediente del principio de la lista, más habrá en el producto.
Por ejemplo, hay que tener cuidado si la mantequilla aparece primero en el queso.
En Estados Unidos se ha reconsiderado recientemente la cuestión de la “lectura” de los productos alimenticios.
Los médicos estadounidenses creen que la dieta debe contener un máximo de alimentos saludables.
Se recomienda una dieta que incluya cereales, proteínas, productos lácteos, verduras y frutas.
Y la cantidad de grasas saturadas, azúcar y sodio es limitada.
En este sentido, en cuanto a valor nutricional se consideran útiles los frutos secos, las semillas, el aceite de oliva, los huevos, los pescados grasos (salmón) y algunos otros.
Los expertos recomiendan que en la etiqueta del producto, en primer lugar, se preste atención al contenido calórico, la cantidad de proteínas, grasas, sal y azúcar.