Muchos residentes alemanes se caracterizan por la pedantería y el deseo de orden.
Esto se nota en el entorno doméstico.
El apartamento de una familia alemana media está bastante limpio y ordenado: no hay suciedad ni sensación de desorden. Todo parece brillar.
Al principio se podría pensar que este resultado se consigue mediante una limpieza a fondo muy frecuente del apartamento.
De hecho, las amas de casa alemanas no dedican mucho tiempo a poner orden en su hogar.
Simplemente siguen una regla simple y exigen lo mismo de sus familiares.
Suena así: "Llévatelo ahora mismo".
Si hay alguna superficie sucia en la casa, se limpia inmediatamente.
Si algo se ensucia, se devuelve inmediatamente a la limpieza.
Un ejemplo sencillo: un ama de casa alemana no deja platos sucios en el fregadero. Comenzará a lavar los platos inmediatamente después de terminar el desayuno, el almuerzo o la cena.
Si algo sucio cae al suelo, la alemana comenzará inmediatamente a realizar una minilimpieza.
La limpieza del baño nunca se deja para más tarde.
Siguiendo esta regla, surge un efecto interesante: las cosas sucias no se acumulan en la casa, simplemente no hay tiempo para que surja el caos en la habitación.