Algunos propietarios de casas o apartamentos rocían regularmente sus umbrales con sal. Aunque, según el cartel, esto no debe hacerse para no causar problemas.
Y, sin embargo, ¿por qué hacen esto? La respuesta es sencilla: exclusivamente con fines prácticos.
Sin misticismo, sin signos ni supersticiones. Sólo hormigas. Sí, los mismos que te molestan con su gateo dentro de nuestras habitaciones.
Aquí viene al rescate la sal que, como el agua bendita, expulsa de la casa de las hormigas a los demonios y otros espíritus malignos, así como a las pulgas y otros insectos invitados no deseados.
Al esparcir sal en el umbral, cerrará de manera confiable todas las lagunas para que los representantes de la vida silvestre antes mencionados entren a la casa.
Pero, lo más importante, no te excedas a la hora de espolvorear sal sobre las superficies, ya que pueden sufrir su causticidad. Hacemos todo con moderación y cuidado.