Existen varios métodos funcionales y, lo más importante, económicos que le ayudarán a lavar el vaso hasta que brille con el mínimo esfuerzo.
Hoy hablaremos sobre un par de estos métodos de limpieza de cristales.
Para la primera opción, tendrás que preparar una solución de almidón. No es difícil de hacer: basta con añadir 50 g de almidón a 0,5 litros de agua y mezclar bien.
La solución preparada se debe aplicar al vidrio con una esponja y luego lavar con un paño limpio.
El segundo método es adecuado para quienes no tienen almidón a mano, pero sí suficientes reservas de tiza.
Muele los trozos de roca que todos conocen desde la escuela hasta convertirlos en polvo y luego disuélvelos en agua.
Como en el primer caso, el líquido se debe aplicar en los cristales, prestando especial atención a las zonas que estén más sucias.
Solo queda limpiar el cristal con un trapo o paño sin pelusa y el proceso de limpieza se puede considerar completo.
Tanto el almidón como la tiza tienen propiedades abrasivas mínimas, lo que les permite limpiar eficazmente las superficies de vidrio sin dañarlas.