Queso: cómo y en qué conservar este producto para que se mantenga fresco y sabroso por más tiempo

26.02.2023 00:30

Uno de los productos lácteos fermentados más populares, amado tanto por niños como por adultos, es el queso. Hay muchas variedades y cada uno decide por sí mismo si da preferencia al picante Roquefort o al delicado ricotta.

Sin embargo, no basta con comprar el queso necesario y simplemente llevárselo a casa: este producto requiere un almacenamiento adecuado. Si no desea que la pieza comprada se deteriore rápidamente, pierda su sabor o se cubra con una capa desagradable, recuerde algunas reglas importantes con respecto al almacenamiento de quesos.

Regla uno: envolver el queso en film transparente o empacarlo en una bolsa ziplock es una mala idea. El almacenamiento de este producto lácteo fermentado en plástico está contraindicado: literalmente se asfixia y se deteriora rápidamente, y además no adquiere los matices de sabor más agradables.

Las únicas excepciones son los quesos azules. Asimismo, no conviene envolver el queso comprado en papel de aluminio. Puede arruinar el sabor original del queso y darle notas metálicas.

La segunda regla es que, si bien los quesos blandos se pueden almacenar en recipientes herméticos, los quesos semiblandos y duros definitivamente no. Estas opciones son las más adecuadas para envases en forma de papel, que constan de dos capas y están diseñados específicamente para queso.

Queso
Foto: © Belnovosti

Envolviendo la pieza en él, también puedes poner el queso en un recipiente de plástico: de esta forma el plástico no entrará en contacto con el producto en sí y el queso no tendrá un sabor desagradable.

Regla número tres: si no hay papel especial, tome el que está destinado a hornear. El pergamino permitirá que el queso respire y no se empañe. Pero no olvides comprobar el estado de la pieza envuelta en papel e intentar cambiar el propio embalaje con más frecuencia.

La cuarta regla es que si no desea que una rueda o semicírculo de queso comprado huela a pescado, cebolla o pepinos encurtidos, colóquelo lejos de alimentos y platos con un rico aroma característico.

En cuanto a la temperatura de conservación, el queso se conservará bien en el frigorífico, donde la temperatura se fija entre 0 y 5 grados sobre cero. Elija para él un estante o compartimento intermedio donde se almacenen verduras y frutas sin un olor fuerte, pero alejado del congelador: la exposición al aire frío cambiará la estructura y el sabor del queso.

Regla número cinco: antes de cortar o rallar el queso, se puede sacar del refrigerador y dejarlo a temperatura ambiente durante un cuarto de hora. Esto lo hará más suave y su sabor se revelará mejor. Sin embargo, no se puede dejar un trozo entero de queso en la mesa de la cocina durante demasiado tiempo: empezará a sudar y puede volverse demasiado blando. Una vez que haya cortado la cantidad necesaria de queso, las sobras deben devolverse al frigorífico.

Y la sexta regla: recuerde que cada tipo de queso tiene una vida útil diferente. Por ejemplo, las variedades duras pueden resistir hasta tres meses, pero siempre que sean una pieza entera. Una vez cortados en porciones más pequeñas, el maasdam o el queso cheddar no durarán más de un par de semanas.

Está permitido almacenar quesos blandos por no más de 14 días y controlar cuidadosamente que no aparezca moho en su superficie.

El queso en salmuera, como el queso feta, se puede almacenar en salmuera hasta por uno o dos meses, pero es importante verificar si la solución se ha vuelto turbia. Por último, el queso casero elaborado por ti mismo no se puede conservar más de tres días a partir de la fecha de elaboración.

Autor: Elena Gutiérrez editor de recursos de internet