Esta regla les parecerá obvia a muchos, pero a veces se olvida y las consecuencias no son las más agradables.
La estufa se lava al menos una vez a la semana y, en algunos casos, todos los días. Todo depende de la frecuencia con la que se utilice y de lo que se esté preparando.
Pero no todo el mundo se da cuenta de que esta actividad inofensiva puede dañar equipos costosos. A veces, luchar por lo mejor conduce al resultado contrario.
Los expertos señalaron que al lavar la estufa, no se deben utilizar detergentes en polvo.
Se diferencian significativamente de los geles en que no solo limpian las superficies cerámicas y esmaltadas, sino que también dejan pequeños surcos.
El polvo son pequeños cristales que no se disuelven inmediatamente, por lo que tienen tiempo de rayar el equipo. Los expertos aconsejan utilizar exclusivamente geles para limpiar la estufa. En este caso, la probabilidad de que se produzcan arañazos en la superficie del equipo se reduce a cero.