Al hacer pizza, la mayoría de la gente utiliza sólo recetas y métodos familiares.
Sin embargo, el truco principal está en mezclar y seleccionar los ingredientes.
La cocinera Yulia Arkhipova, experta en la publicación online BelNovosti, examinó varias opciones interesantes para preparar la pizza perfecta.
La más preferible es la harina elaborada con trigo duro (tipo "00" o "Manitoba").
Esta harina tiene un alto contenido en gluten, lo que aporta a la masa la elasticidad y estructura necesaria.
El agua debe estar a temperatura ambiente. Es muy importante mantener las proporciones correctas de agua y harina.
En promedio, 500 gramos de harina requieren entre 325 y 350 mililitros de agua.
Se utiliza una pequeña cantidad de azúcar para activar la levadura. Se agrega sal para realzar el sabor y controlar el proceso de fermentación.
Es importante no mezclar levadura y sal directamente, ya que la sal puede ralentizar la actividad de la levadura.
Debes empezar disolviendo la levadura y el azúcar en agua.
Una vez activada la levadura, puedes agregar harina gradualmente, revolviendo bien la mezcla.
A mitad del proceso se añade sal. La mezcla debe ser uniforme para evitar grumos.
El proceso debería tardar al menos entre 10 y 15 minutos. La masa se debe amasar estirándola y doblándola para desarrollar el gluten y hacerla elástica.
La masa correctamente amasada se vuelve suave y homogénea y no se pega a las manos ni a la superficie de trabajo.
Debe estar en un lugar cálido, cubierto con un paño húmedo o film transparente.
El tiempo de fermentación suele ser de 1-2 horas, hasta que duplica su volumen.
Después de la primera fermentación, la masa se amasa y se divide en porciones que se utilizarán para la pizza.
A cada porción se le forma una bola y se deja para una segunda fermentación durante 30-60 minutos. Esto mejora la estructura y hace que la masa esté más aireada.
Antes de extender la masa conviene dejarla unos minutos para que quede más flexible.
Es mejor extender la masa con las manos, estirándola suavemente desde el centro hacia los bordes.
Esto le permite mantener la estructura aireada y evitar daños a la red de gluten.
La temperatura ideal para hornear pizza es de 250 a 300 grados centígrados.
La pizza debe hornearse rápidamente para que la masa quede crujiente por fuera y suave por dentro.
Anteriormente os contamos cómo preparar la mezcolanza perfecta.