Al cocinar albóndigas, pocos cocineros aficionados vierten una porción adicional de líquido en la sartén.
Y en vano, porque este sencillo truco te permite conseguir un resultado muy interesante.
La masa adquiere una excelente consistencia. El plato permanece intacto.
Un punto importante: el agua añadida debe estar fría. Después de todo, el objetivo del cocinero debe ser crear una diferencia de temperatura.
Debes esperar hasta que las albóndigas en el agua hirviendo floten hacia la superficie.
Tan pronto como esto suceda, debe verter agua a baja temperatura en la sartén. Un vaso será suficiente.
Después de realizar esta simple acción, debes esperar otros tres minutos y luego comenzar a retirar las albóndigas del plato.
Gracias a la diferencia de temperatura, la masa de bola de masa perderá su rigidez: quedará suave y esponjosa.
Al mismo tiempo, la base de harina conservará su fuerza: la carne picada definitivamente no "saltará" de las albóndigas.
El plato terminado quedará tierno y jugoso.