En noviembre, muchos temían las tormentas geomagnéticas y los más impresionables se aferraban al corazón y a la cabeza.
Algunos científicos y médicos no llaman enfermedad a la susceptibilidad a tales tormentas, pero no niegan que existen ciertos síntomas.
Cierto grupo de personas afirma que en esos días la presión aumenta mucho y empiezan a dolerle la cabeza y las articulaciones.
Algunos profesores creen que el cuerpo percibe las perturbaciones geomagnéticas como estrés y que cuanto mayor es una persona, más difícil le resulta sobrevivir a las tormentas.
Se realizó un experimento en el que los pacientes estuvieron expuestos a tormentas geomagnéticas durante mucho tiempo. Debido a esto, los glóbulos rojos se acumulan en coágulos y el flujo sanguíneo empeora.
Pero la medicina basada en evidencia no confirma actualmente el impacto de las tormentas magnéticas en la salud pública.
Algunos médicos señalan que la tormenta magnética en sí no afecta al cuerpo humano de ninguna manera.
Pero afecta la presión atmosférica, que, a su vez, afecta a las personas.