Esta es una situación común: un marido y una mujer han querido divorciarse durante mucho tiempo, pero no lo hacen únicamente por el bien de su hijo.
Por un lado, la decisión es correcta: se preserva una familia completa, el bebé ve a mamá y a papá todos los días, los padres participan plenamente en la crianza del niño.
Por otro lado, permanecer casado por el bien de los hijos también tiene consecuencias negativas.
Especialmente si los cónyuges comenzaron a odiarse tanto que sus vidas ya no eran tranquilas.
Al final resulta que las desventajas superan todas las ventajas de la solución.
Entonces, ¿por qué un hombre y una mujer que ya no pueden vivir juntos normalmente no deberían mantener su matrimonio sólo por el bien del niño?
Psicológicamente será difícil para un niño vivir en una atmósfera de constantes peleas.
Es mejor para los padres divorciarse y mudarse, pero dejar de tener conflictos y comenzar a comunicarse con calma, que salvar el matrimonio y seguir odiándose.
Si el bebé ve constantemente a mamá y papá peleando, decidirá que esa situación es "normal" para la vida matrimonial.
Pero si los padres que se han enamorado se divorcian de manera civilizada, entonces el niño, por extraño que parezca, tendrá más posibilidades de crear una familia feliz en el futuro.
Tarde o temprano, el niño comprenderá que la madre y el padre salvaron el matrimonio sólo por él.
En este caso, el niño puede sentirse culpable: “Resulta que por mi culpa mis padres se ven obligados a seguir viviendo juntos y sufriendo…”