En un intento por salvar una relación, cuando uno de los socios más lo necesita, hay que renunciar a algo, sacrificarse, negarse a uno mismo.
Es poco probable que sobre esta base sea posible crear algo mutuamente beneficioso, interesante o simplemente saludable. Por tanto, en algunos casos sería mejor dejarlo ir.
Los expertos dieron cinco ejemplos en los que salvar una relación ya no tiene sentido.
La vida en una relación debe continuar para cada socio o cónyuge. Si uno sacrifica sus propios intereses por el bien de otro, entonces esto ya no es vida.
Tarde o temprano la burbuja estallará y el compromiso alcanzado previamente no protegerá contra los problemas.
Todo debería ser mutuo: éxito, felicidad, comodidad. Puedes decir malas palabras con regularidad, pero aún así no podrás deshacerte de la sensación de que la atracción mutua también se manifiesta en esto.
La forma más sencilla de poner a prueba la relación de pareja es estar solo. De alguna manera, de repente puede resultar que no hay nada de qué hablar, nada que hacer, o tal vez incluso quieras tomar tu teléfono inteligente e ir a otra habitación.
Esto se puede comparar con el agotamiento emocional o un estado en el que te rindes y no quieres hacer nada. Compárate contigo mismo “ayer” y luego traza una línea.
Si un socio continúa demostrando sus sentimientos con hechos y palabras, y el segundo solo consume beneficios. No olvides que ambos socios deben forjar su felicidad en pareja.
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