Cuando una persona hace trampa, a nivel inconsciente intenta formar un triángulo de relaciones que sería más estable que una relación entre dos personas.
A veces los tramposos no sienten ni una pizca de remordimiento.
Por qué puede suceder esto, dijo la psicóloga Janice Spring, autora del libro “Traición. Cómo afrontar el dolor, recuperar la confianza y empezar a vivir de nuevo”.
En primer lugar, es posible que una persona no esté satisfecha con su relación actual y le falte la determinación para ponerle fin. En este caso, hacer trampa es el evento que ayudará a la pareja a dar este difícil paso: romper.
En segundo lugar, una pareja puede sentirse enojada con su pareja, pero al mismo tiempo no conoce otra forma que le permita expresar su enojo.
En tercer lugar, un hombre o una mujer podrían tener un nuevo hobby; sin embargo, todavía no tiene claro qué lugar ocupará el nuevo amor en la vida.
En cuarto lugar, algunas personas ven “con buenos ojos” las trampas, es decir, no ven nada malo en ellas y las permiten con calma en sus relaciones.
Y en quinto lugar, a veces sucede que una persona tiene un trastorno mental que le impide darse cuenta del dolor que experimenta su pareja por la traición.
Anteriormente hablamos de por qué algunas parejas se rompen rápidamente , mientras que otras mantienen la relación durante décadas.