Mantener la calma en situaciones estresantes no es fácil. Muchas personas se sienten nerviosas y no encuentran un lugar para sí mismas.
Alguien puede estar preocupado, pero no demostrarlo. Se observa que alguien está completamente en paz, lo que muchas veces provoca sorpresa.
Puede parecer que una persona que siempre está tranquila nace así. Pero, de hecho, su fuerte núcleo interno consiste en ciertos hábitos.
Si ocurren, entonces es necesario cambiar las acciones. Una persona estable vive con este pensamiento. No se queja del destino, sino que se adapta a lo que le depara.
No se deja controlar por los estereotipos y no se vuelve conservador. Este comportamiento abre nuevos horizontes, lo que evita que entre en pánico si los planes fracasan.
No hay nada de descortés en negarse. Ayuda a establecer límites, algo que aprovecha una persona tranquila. Pone límites y no acepta propuestas que no le convienen.
No muestra categóricamente, pero inmediatamente ofrece una alternativa. Si no la aceptan, él dice "no", lo considera justificado y no se atormenta.
En compañía de "no su propia gente", un individuo se sentirá incómodo. No podrá hablar con esos “amigos”; no tendrá la oportunidad de compartir sus problemas.
Para ser psicológicamente estable, es necesario lograr respeto, pasar tiempo con quienes estén dispuestos a demostrarlo. La percepción de lo que está sucediendo junto con esto será diferente.
La modestia es buena hasta que se convierte en menospreciar la propia importancia. Una persona psicológicamente estable nunca permite que esto suceda.
Destaca lo que logra, señala que cumple con los plazos. Esto le permite no hacer del fracaso el centro de atención.