La sabiduría es una cualidad que definitivamente no es innata. Se adquiere con el paso de los años, con la acumulación de experiencia de vida.
Muchas personas están confundidas acerca de las definiciones y no pueden explicar exactamente qué significa el término. Se basa en la capacidad de separar lo principal de lo secundario y no tener miedo de sus propios errores y deficiencias. Pero sólo así se manifiesta la característica en cuestión.
Hay principios que vienen con la sabiduría. Deberían describirse con más detalle.
Una persona sabia lo disfrutará. No tendrá miedo de quedarse solo, sin comunicarse con nadie durante algún tiempo.
Querrá pensar en ese ambiente y no estar triste y llorar.
Un individuo sabio no ve ninguna necesidad de ello. Sí, puede compartir, lo hace de buena gana.
Pero es el único que no se olvida de pensar en sí mismo. Tomará lo que le pertenece y no se avergonzará de no negarse todo.
Y el sabio lo sabe. No se apresurará, no correrá y agarrará todo lo que se le presente.
Esperará, se esforzará por actuar cuando sea realmente necesario. Y esto, como él entiende y sabe, definitivamente sucederá.
Una persona sabia siempre tiene su propia opinión sobre todo. Lo expresa y lo hace en la forma correcta. Con todo esto, no está obligado a estar de acuerdo con él en todo.
Sólo quiere que lo escuchen, que se comprenda su punto de vista.
Si hay sabiduría, se considera un vicio. Una persona no sucumbirá a ello, trabajará, siempre lo hará.
Incluso si tiene logros importantes, nunca se detendrá allí. N se desarrollará más, le gustará aprender cosas nuevas.
El hábito de juzgar es para débiles. Un individuo sabio no se clasificaría a sí mismo como tal. Siempre permanece neutral y permite que todos se definan.
No se inmiscuirá en los asuntos de otras personas y no dará ningún consejo hasta que se lo pidan.
Estos principios aparecerán de vez en cuando en aquel que ha adquirido sabiduría. Sin ellos, se puede cuestionar la presencia de la cualidad mencionada.