La libertad es un estado interno. Una persona puede pensar diferente, puede perseguir algo que cree que le dará la sensación adecuada.
Pero, de hecho, de esta manera se hunde aún más en una trampa, volviéndose aún más dependiente que antes. Poco a poco comienza a comprender que no actuó del todo correctamente, que se equivocó en muchos aspectos. Naturalmente, ahora tendrá pensamientos sobre cómo cambiar todo en la dirección correcta.
El individuo seguirá queriendo volverse interiormente libre, lo cual, dicho sea de paso, puede lograr. Para ello, debe seguir varios consejos.
No deberías formar apegos. Cuantos menos haya, mayor será la libertad. No necesitas aferrarte a nadie, no deberías ver el significado de la vida en alguien.
Nadie puede liberar a una persona, nada puede hacerla independiente. Sólo él mismo puede lograr esto si vive en armonía consigo mismo, si es interesante para sí mismo.
Un individuo sabe lo que le rodea porque lo estudia en el jardín de infancia, en la escuela y durante toda la vida en general. Pero sólo puede saber muy poco sobre sí mismo.
Puede que no sea consciente de sus deseos y sentimientos, de sus verdaderos intereses y preferencias en todo. Es importante comprender estos puntos para permanecer fiel a uno mismo y, por tanto, libre.
Debe ser sobre cualquier tema, aunque no se puede expresar, por ejemplo, cuando aún no ha aparecido la confianza en la justicia. No debes permitir que nada ni nadie influya en tu percepción o cambie tu idea sobre la misma.
Es necesario ser fiel a uno mismo en cualquier situación, no ser demasiado blando con la esperanza de complacer a alguien.
Y debes hacer esto todos los días. Se debe dar preferencia a los buenos o malos hábitos, la actividad o la pasividad.
Pero siempre hay que hacer una elección. Sólo entonces quedará claro que su libertad existe.
Estas acciones harán que la persona se sienta libre y comprenda que es libre. Ya no tendrá ningún deseo de volverse diferente.